sábado, 30 de mayo de 2009

Mamada escabrosa

Así que entramos al baño, y me la saqué. A pesar del alcohol me sorprendí con una erección bajo los pantalones.
Me doy cuenta, por la expresión lasciva de su cara de que realmente le apetece, de que arde en deseos de complacerme porque pertenece a esa clase de mujeres. A mí, al tipo averiado, que siempre quiere complacer pero nunca en la vida lo conseguirá. Mi papel en la vida consiste en hacer teatro por la pura supervivencia de ésta: poner caras de falsa expresividad para detener los puños de algún otro tipo averiado. En engañar, en estafar, en manipular a la gente. Todo lo que tengo en la vida es esto: mi sorprendente naturalidad a la hora de mentir y fingir, nada forzada y muy convincente.
La verdad es real, por tanto, vulnerable. La mentira es invulnerable.

Ella se arrodilla, y me coge la polla con la mano, mientras que con la otra me estruja los testículos. Primero empieza humedeciéndomela con la lengua, pasándola alrededor de mi glande en suaves movimientos. Entonces aprieta esa grasienta cabeza contra mi entrepierna, se pone a chupar y es... como si nada. No está mal, pero odio la forma en que esos vidriosos ojos se levantan para hacer balance, intentando determinar si disfruto o no: concepto que resulta totalmente absurdo en esta situación.
Poso la mirada sobre ese cráneo gris, y esos ojos mortecinos que me miran furtivamente. Entonces reparo en esos grandes dientes, inscrustados en esas encías que no había visto antes, que han ido retrocediendo con el tiempo debido al consumo de crystal, la desnutrición y la ausencia total de cuidados dentales.
Por un instante separa su cara de mi entrepierna, y veo cómo una fina ebra de semen que unía su boca y mi polla se rompe, chorreándole por la barbilla. Se lo lame con una lengua viperina, de un color rojizo que casi alcanza el violeta, y con unas extrañas pústulas rojas.
Se aparta el pelo de la cara, dejando ver un rostro más que fúnebre, y vuelve a posar sus manos sobre mi cuerpo. Sólo entonces me fijo en sus delgados brazos, cubiertos de cicatrices de chutes, de esos que dejan una fea costra en la piel.
Es poco menos que un zombi; la gente parece mucho más atractiva bajo los efectos del alcohol y la intermitente luz fluorescente de una discoteca.
Entonces sigue chupando, mientras yo me siento como Frank West en Dead Rising. Frank se habría limitado a reducir ese cráneo quebradizo a una masa sanguinolenta y viscosa sin forma aparente, mientras que yo me conformo con sacarla antes de que me tiente hacer lo mismo, y mi cada vez más flácido pene quede hecho trizas sobre ese fétido lecho de dientes en descomposición.

2 comentarios:

  1. Ais, diría que le falta un toque más de psicología haciea el final, como haces al principio. Aunque bueno, se que la descripción de por sí ya tiene de psicológico.
    Grandioso.

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  2. He estado leyendo tu blog y me encanta.
    Realmente acertaste cuando decidiste poner 'Realismo sucio' en tu etiqueta.
    Tienes mucha fluidez a la hora de plasmar tus pensamientos en forma de relato, así que felicidades, me encanta como escribes (y no es algo que pueda decir de todo el mundo)
    Hay algo que me ha llamado la antención en la primera entrada '¿Qué era ella?' ¿Existió de verdad esa persona o fue idealizada en tu mente?

    Me encanta.

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