miércoles, 13 de mayo de 2009

Diario de un yonqui (I)


27 nov, 2008

Creo que no volveré a tocar la heroína, no es más que un suculento juego de perdedores. Creo que ahora tiraré más de barbitúricos. Es la mejor manera de desengancharse.
Ahora el mono llega. Lo noto, está subiendo. Comienza con aquellos viejos sudores, precedidos de escalofríos, que me cubren la espalda como la escharcha otoñal sobre el césped de un jardín. Después empieza ese ataque de ansiedad que se transforma lentamente en pánico irracional, a la misma vez que noto la ligera náusea en el estómago que se desplaza tranquilamente desde unas ganas de vómitar incómodas hasta insoportables. Un horrible dolor de muelas se extiende hasta mi mandíbula y cuencas de los ojos, y después hasta todos los huesos, con ese palpitar implacable, miserable y debilitante.
Las optativas son ir así a la universidad o meterme algún barbitúrico.
No hay color. En media hora estoy camino a clase ido hasta el culo por barbitúricos.
Todo va con normalidad. Apesar de la ebriedad, logro tomar algunos apuntes.
Los barbitúricos tienen algún tipo de efecto placebo, pero no el suficiente, pues ya noto ese cosquilleo sudoroso y desagradable que parece haberse desatado en algún punto de mi espalda y se va expandiendo poco a poco por ella.
Me meto un poco más, y entonces ocurre.

Cuando me vengo a dar cuenta, estoy solo en la gran sala, todo está vacío.
El profesor de Filosofía Antigua se me acerca a mí.
"Casa", me dice.
Casa. ¿Qué cojones significará casa?
Casa.
En una casa se vive, se come, se duerme, se hace el amor, se escucha música.
Casa.
Suena bien; casa.
"¿Es que no tienes casa, hijo?", me dice.
Casa. En una casa se vive...
"..., se come, se duerme, se hace el amor,..."
"Eh, ¿qué?, hijo, ¿estás bien? ¿Has bebido?", me dice mientras me huele el aliento. "Vete a casa, hijo."
Todo buen alumno debe ver su centro de estudios como su propia casa, estar cómodo en él, todo buen alumno debe...
"Esta es mi casa."
"Estás más volado que una jodida cometa, hijo. ¿Has estado fumando hierba? Dime, qué te has metido... ¡Jesús! Si ni siquiera puedes hablar bien."
Se marcha a avistar al rector, mientras yo me quedo intentando recuperar mi lucidez. Pero nada, no consigo nada, así que supongo que esperaré de la misma manera que se espera a la muerte: sentado en una silla con las manos en los bolsillos viendo cómo la vida pasa ante tus ojos y tú no puedes hacer nada para detenerla.
Me encuentro una papela de cocaína en el bolsillo, que llevará ahí desde quién sabe cuándo. Me la esnifo, y eso me aporta un haz de claridad mental. Mis pensamientos entre translúcidos y opacos, se hacen sitio a empujones en mi ya espesa cabeza. Entre ellos, hay dos que requieren mi astucia urgente: 1, ¿dónde me he metido? y 2, ¿cómo voy a salir de ésta?

Cuando el rector, el señor Valverde llega, su expresión era de tristeza; la de alguien más dolido y decepcionado que enojado.
"Lo peor, Pablo", me decía, "es que te tomé por un joven decente y reponsable. Pensé que cuando acepté tu petición de admitirte en la universidad, serías un alumno concienzudo".
"Sí, supongo que he metido un poco la pata."
"Se trata de drogas, ¿no?", me rogó.
Mi mente trato de pensar de una manera diáfana, era pues, el momento crucial.
"En realidad se trata de una especie de depresión, ¿sabe? Llevo algún tiempo tomando antidepresivos. A veces se me olvida, y me tomo una dosis doble".
Valverde parecía pensativo. "¿Cómo es posible que un joven con buenas perspectivas y toda la vida por delante esté deprimido?"
Desde luego, cómo es posible. Trabajando en un empleo asqueroso como camarero. Residiendo en un barrio gris, que está en un barrio suburbano aburrido, con sus bloques de hormigón, donde nunca pasa nada interesante. Hijo de un padre difunto y una madre que me abandonó a los siete años. Cargando con un hermano gandul que aún cursa bachiller. Abandonado por su novia, y enemistado con muchos de sus amigos por mis problemas con las drogas...
Desde luego, cómo es posible. Tengo el mundo en mis manos.

Cuando salí de la universidad; con mi expulsión definitiva de la universidad y con ello mis deseos de un futuro mejor bajo el brazo; el cielo estaba abierto, acuchillado salvajemente. En unos minutos descargaría su lluvía renovadora por el paraje urbano. Lo esperé con ahínco, mientras me sentaba en un escalón, observando la puesta de sol.

29 nov, 2008
Hemingway tiene un memorable pasaje en "Fiesta" cuando se le pregunta a Mike Campbell cómo se arruinó. Él adopta un tono pensativo y lo único que consigue decir es "Gradualmente y luego de repente".
Así es cómo aparece la depresión. Despertándote una mañana, pegado a la cama por los sudores, con miedo a vivir.
Me gustaría que la vida fuese como en el cine. Que un ángel viniese a verme como a James Stewart en "Qué bello es vivir" y me quitase la depresión y las ideas suicidas para siempre.
Siempre he estado esperando ese momento de luz en el que tu vida cambie para siempre, como por arte de magia.
Pero esto no ocurre así; del mismo modo que me hundí volveré a levantarme; gradualmente y luego de repente. Todo lo que me queda son terapias, peleas, rabia, sentimientos de culpa y pensamientos suicidas; todo forma parte de ese lento proceso de recuperación.
Quizá aún sea temprano para eso, no obstante, me he comprado un libro de auto-ayuda psicológica.
Su primer consejo era "Sé tú mismo".
¿Ser yo mismo? Menuda puta basura de auto-ayuda, mejor que ser yo mismo es poder ser cualquiera.

3 comentarios:

  1. En serio Andrés, un día me cuentas cómo lo haces. Cada texto que escribes me parece mejor que el anterior.

    Besos (L)

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  2. Por lo que has dado a conocer de Pablo no parece que tenga muchas posibilidades de sacarse la carrera.
    Le gustaría vivir en una película ¿eh? pues te diré una cosa, a la gente como Pablo, en las películas acaban amputándoles el brazo porque se ha gangrenado de tanto chutarse, como en "Requiem for a dream".

    PD: la gente no cursa AÚN bachiller, la gente YA cursa bachiller xD

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