Esta noche, después de las presentaciones, una chica a la que no conozco y cuya tarjeta la identifica como Glenda nos dice que es la hermana de Cloe y que, por fin, a las dos de la mañana del martes pasado Cloe se murió.
¡Oh! Este momento debería ser delicioso. Durante dos años Cloe ha llorado en mis brazos y ahora está muerta; muerta y enterrada, enterrada en una urna, mausoleo o columbario. ¡Oh!, la prueba de que un día estás vivo y arrastrándote por el mundo, y al siguiente te has convertido en un frío fertilizante, en bufé para gustanos. Éste es el asombroso milagro de la muerte, y sería un momento delicioso si no fuera por... ¡ah! por esa mujer.
Cloe era tal y como sería el esqueleto de la cantante Joni Mitchel si consiguieras hacerle sonreír y pasearse por una fiesta mostrando una amabilidad exquisita con todo el mundo. Imagínate el popular esqueleto de Cloe, del tamaño de un insecto y corriendo a las dos de la mañana por los sótanos y galerías de sus tripas. Su pulso convertido en una sirena cuyo aullido se oye por encima de todos y que anuncia: preparada para morir dentro de diez segundos, nueve, ocho. La muerte se iniciará dentro de siete seguntos, seis...
Por la noche Cloe corrió por el laberinto de sus propias venas colapsadas y por conductos que reventaban para derramar linfa caliente. Los nervios asomaban por el tejido como cables trampa y brotaban abscesos que se hinchaban como perlas blancas y calientes.
Aviso de megafonía: "Preparada para evacuar los intestinos dentro de nueve segundos, ocho, siete".
"Preparada para evacuar el alma dentro de diez segundos, nueve, ocho."
Cloe avanza chapoteando en el líquido expulsado de sus riñones enfermos, y que ahora le llega a los tobillos.
La muerte comenzará dentro de cinco segundos.
Cinco, cuatro.
En torno a ella, el pulverizador antiparásitos tiñe su corazón.
Cuatro, tres.
Tres, dos.
Cloe escala a pulso los conductos helados de su garganta.
La muerte comenzará dentro de tres segundos, dos.
La luz de la luna entra por su boca abierta.
Preparados para el último aliento.
Evacuación.
El alma se libera del cuerpo.
Se inicia la muerte.
Ya.
¡Oh!, sería tan delicioso recordar el amasijo de huesos calientes de Cloe aún en mis brazos mientras Cloe yace muerta en alguna parte.