viernes, 29 de mayo de 2009

Alicia en el país de las maravillas (IV)

ABANDONO

Ramón, acomodado desde su sofá en la última planta de su recién adquirida casa de tres pisos, marcó el número de la planta baja. Alicia lo cogió: "Cariño, cuando subas, súbeme unas cervezas".
Ella esperó a que se cortara la comunicación. Aquella situación era frecuente. Pero en esta ocasión algo se quebró en el interior de Alicia. Vio su vida con brutal claridad y, deteniéndose un instante para hacer un balance inmisericorde de su suerte, fue a la cocina y cogió para su marido seis latas de cerveza fría de la nevera. Alicia entró en la habitación con las cervezas, topándose con el acostumbrado olor a calcetines sucios. Normalmente habría protestado ligeramente dejándolas sobre la mesa de la habitación y dando un portazo al marcharse; pero ésta vez no, dio la vuelta a la mesa y las metió en el frigorífico que había detrás. "Gracias", gruñó Ramón con impaciencia, sin apartar la mirada de la caja tonta.

Al abandonar la habitación, Alicia fue al dormitorio, se subió a la cama para alcanzar hasta la cima del armario ropero, de donde sacó aquella vieja maleta. La hizo, lenta y meticulosamente, poniendo especial cuidado en no aplastar la ropa, y después bajó por las escaleras. Buscó un bolígrafo y un papel, y escribió una nota:

Querido Ramón:
Desde hace algún tiempo las cosas no han ido demasiado bien entre nosotros. Ha sido culpa mía, he soportado más de lo que debía soportar. Se fueron acumulando las miserias que me dejaste, hasta que no cupieron más. Sin culpas ni arrepentimientos, simplemente se acabó. Quédate con los bienes; el dinero, las casas, el coche, etcétera. No quiero nada, salvo no mantenerme en contacto contigo: eso sólo alimentaría una espiral de falsedades y más miserias. Aún así, quiero que sepas que no te guardo ningún rencor.
Alicia.

De repente notó una oleada de ira y escribió "PD: Todas las veces que lo hemos hecho han sido como una violación: áspera, forzada; no me han gustado nada." Tras leerlo, arrancó esa parte del folio. Sólo quería acabar; no quería entrar en eso.

Cogió un taxi hasta la estación, y se subió al primer tren que salía. Iba pensando en lo que iba a hacer, qué sería de su futuro. Hasta entonces siempre habían pintado su vida. Ahora se sentía limpia, airada, y libre: se sentía como con un lienzo nuevo, como si su anterior vida hubiese quedado atrás como un cuadro pintado con melancolía abandonado en una caverna. Ahora podría pintar ella su propia vida, empezando desde cero. O dejar que otra persona más adecuada lo pintase...
También pensaba en chicos. En chicos, no en hombres. Ya estaba harta de hombres; son los más niños de todos...

3 comentarios:

  1. Alicia es una mujer valiente, ojala todas las mujeres tuvieran el valor de huir de esas situaciones

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  2. Ésta parte sí que ha estado cargada de detalles bien escogidos. Veamos qué predecible final le das.

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  3. Ayer leí del tirón todo tu blog. Empecé por la primera entrada y ya no pude parar.

    Me gusta lo que escribes y cómo lo escribes. Lo haces muy bien.

    Un saludo.

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