miércoles, 13 de octubre de 2010

Aburridas historias de ordinariez cotidiana II

-Es la teoría restrictiva de las acciones, y se estudia en primero de derecho. Para que me entiendas, si digo que las tetas no, se sobreentiende que el coño tampoco. Pero si el coño sí, entonces las tetas también, ¿lo has entendido?
El tío arruga la cara en señal de ignorancia y vuelve a tocarme las tetas, por lo que decido que la opción más recomendable es darle un sonoro bofetón en su fea cara, y alejarme de él antes de que reaccione. Así que lo hago, y el tío ni se inmuta. Como si fuese lo más normal del mundo.
Es normal aquí, pienso. De cualquier manera, así es como funcionan estos sitios. Vístete como un gilipollas, paga un dineral para entrar a la discoteca, y ponte a tocar tetas a diestro y siniestro hasta que alguna se halague en lugar de darte un guantazo, llévatela entonces a algún callejón y fóllatela. Esa es la norma. Está impresa en las actitudes de todos, está incluso en la música machista que suena de fondo. Está en las luces, y está en el baile propio. Ligoteo fácil para mentes tontas.
Ya no hay seducción, ni palabrería, ni tan siquiera una mínima atracción mental. Ni siquiera hay seducción física. Es todo mucho más sencillo, una simple comuna de intercambio de fluídos y enfermedades de transmisión sexual.
Montones de chicas vienen aquí; ni siquiera tienen que pagar entrada; como reclamo, y tras ellas toda una marabunta de depredadores cabríos de escasa capacidad mental.
Ni siquiera sé qué hago aquí. No sé en qué parte de la noche abandoné el calor que me daba una botella de tequila para venir a uno de estos antros discotequeros sucios. Pero fue, sin duda, después de que la noche debiera haber terminado. Porque siempre se alargan más de lo que deberían, y con ella los cubatas, las drogas y las equivocaciones.
En este Imperio Español no sale el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario