miércoles, 6 de octubre de 2010

Aburridas historias de ordinariez cotidiana

La sombra de Diego, quiero decir, la otra sombra de diego, aquella que se deja ver, retrocede losa a losa, volviendo al origen mientas el sol está más alto. Perpendicular, me corregiría él. Me está hablando del corporativismo alemán, y de otras miles de cosas que en realidad no escucho. Tras cada afirmación, asiento pesadamente con la cabeza mientras él se lanza a la carga de otra alegoría que justifique su teoría. Y cuando ha acabado, vuelvo a asentir con la cabeza. Pero en realidad no le escucho. Su voz no supone más que ruido de fondo, un panfleto vacío. Estoy más atento de ese escote, de esas dos piernas aderezadas con una corta minifalta, de esos rojos labios carnosos y esa mirada viciosa de ojos azules... Y, cuando salgo de mi ensimismamiento, me sonríe. Juro que me sonríe. Noto la colleja de Diego, y juro que me sonríe.
-¿Pero me estás escuchando, joder?
-Me ha sonreído...
-Joder, esto es serio, te decía que la naturaleza de la política de la educación actual no es sino...
-¡Te digo que me ha sonreído!
-Pero... ¿quién?
-¡Ésa! -señalo, pero ya no está.
La veo andando hacia el horizonte, meneando sus dulces piernas, y la vuelvo a señalar. Cuando está a punto de desaparecer tras la vuelta de una esquina, nos mira, nos lanza un beso invisible, y entonces sí, desaparece.
-¡Joder! Menuda guarra -exclama Diego.
A esto que, otra sombra, el doble que la de Diego, avanza sobre nosotros y se nos echa encima, y su figura, desde lo alto, exclama:
-Esa a quién llamáis guarra es mi hija, y ese gesto iba dirigo hacia mí.
Noto que el odio y la frustración del hombre se van centrando sobre Diego mientras éste esboza una sonrisa cruel e intimidadora. Lo que debía haber sido un intercambio rápido de palabras, se prolonga en una incómoda batalla de miradas hasta que Diego vuelve a decir:
-Da igual, sigue siendo una puta cerda.
Y el hombre, abandonando su actitud agresiva y dibujando en su cara otra sonrisa despiadada, responde:
-Ya lo sé, a mi ex-mujer ha salido.
Y los dos rompen a reír como hienas.
Eran las 2 del medio día, y el sol había sido tapado por una nube. Y daba igual, no había salvación entre caníbales.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Hasta me he reído... Je. Un saludo

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  2. Muy bueno, espero que no esté basado en hechos reales porque vaya padre

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