viernes, 3 de julio de 2009

Sin sentir nada

Quería morir. Y pensé que lo haría, podía sentir que lo estaba haciendo. Desde luego, no era una muerte física; sentía que algo dentro de mí se había podrido. Como unos pensamientos cancerígenos que se extienden intoxicando al resto de sentimientos. Hacía tiempo que ya no sentía nada.
Ya parecía haber llegado el momento. En cierto modo, hacía ya algún tiempo que sentía que había llegado el momento, pero siempre procuraba ocultármelo a mí mismo.
Y ella me estaba haciendo sentir. Sentir de la misma manera que yo la hice sentir a ella. Me daba patadas con fuerza mientras me apunta con ese enorme rifle.
Me miró a los ojos, y yo le intenté sonreir. Gracias a Dios que lo había recuperado, que había recuperado todo lo que le quité: es preciosa.
Comprendía su dolor, comprendía su sufrimiento, que sencillamente tenía que salir a la superficie. Era la única manera de devolvérmelo todo.
-Tú me enseñaste que sí tenías ese derecho... Que tenías ese derecho simplemente tomándolo. La fuerza equivale al derecho. El derecho se ejerce. Y ahora me toca a mí ejercer el derecho, Bruce.
Me apuntó a la cabeza y yo cerré los ojos, entonces algo ocurrió. La habitación desapareció, el miedo desapareció. El dolor se fue. Todo lo que tenía y había tenido ya no imporaba porque sencillamente había llegado la hora. Ese era el final.
Pero lo descubrí, descubrí la libertad. Cuando lo había perdido todo, ya era libre de actuar como quisiese. Ya no tenía nada que perder, y gracias a ello, era libre. Descubrí la libertad antes de morir. Y fue el más bonito regalo que me han hecho nunca.
Pero ella no disparó.
-¡Joder, Bruce! ¡Quiero que me mires a los ojos mientras lo hago! Yo siempre te miraba mientras me pegabas, ¿recuerdas? Te suplicaba para que parases, Bruce. No sé qué te pasó para que te convirtieses en la miserable coartada de persona que eres, pero ese no es mi problema. Tú eres mi problema, o más bien lo eras. Ahora yo soy tu problema.
Cuando abrí los ojos, esa agradable sensación de desesperanza desapareció. La miré a los ojos, a esos acuosos y menguados ojos...

Como aquella vez. Tú contra la pared, y yo doblándote los dedos hacia atrás. Atiborrado de alcohol, y tú mirándome con esos acuosos y menguados ojos, en un estado sobrenatural que iba más allá del miedo y del dolor, mientras me suplicabas, me decías que si aún me quedaba una pizca de humanidad que parase. Mientras yo trataba de pensar por qué debería parar, tratando de sentir algo que me hiciera parar antes de aquel crujido.
Aquel grito.
Aquel crujido.
Y el cambio en tu grito, entonces más roto y desesperado que nunca.
Yo te estaba haciendo sentir, pero yo seguía sin sentir.
Sin sentir nada.

Quería pedir perdón. Pero no podía hacer nada.
Estaba ahí, de rodillas intentando respirar. Sentía que mis huesos se agitaban de la cabeza a los pies, haciendo que mi cuerpo se estremeciese con un ritmo discorde y mareante.
Quería pedir perdón.
Pero las palabras se me atrancaban en la boca mientras observaba cómo ella cargaba el arma.
Quería pedir perdón. Quería morir, y pedir perdón.
El cañón estaba entre mis cejas. Un disparo y teñiría la pared de rojo con mis sesos. Un disparo y todo habría acabado, antes de que pidiese perdón.
-Bruce, amor mío... Ve despidiéndote.
Intenté disculparme, intenté razonar, intenté llorar, intenté suplicar, pero la voz se me secaba en la garganta mientras ella tensaba el dedo sobre el gatillo.

4 comentarios:

  1. me he quedado con la miel en la boca, querría haber sabido lo que sintió cuando se desparramaron sus sesos por la pared, y si le salió el perdón por la boca cuando ya estaba muerto.
    :*

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  2. Lo dudo, los muertos ni sienten ni hablan.

    Bueno, de nuevo me quito el sombrero. Para las cosas oscuras y las miserias de la vida tienes un arte especial.

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  3. chapeau! a la próxima me acerco un cuenco de palomitas dulces al portátil para leerte y me ahorro los 6 € del cine :)

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  4. Con lo de 'cuando ya estaba muerto' me refería al momento en el que le habían disparado, pero aún no estaba muerto, es decir, en el momento justo antes de morir.

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