martes, 30 de junio de 2009

El milagro de la muerte

Esta noche, después de las presentaciones, una chica a la que no conozco y cuya tarjeta la identifica como Glenda nos dice que es la hermana de Cloe y que, por fin, a las dos de la mañana del martes pasado Cloe se murió.
¡Oh! Este momento debería ser delicioso. Durante dos años Cloe ha llorado en mis brazos y ahora está muerta; muerta y enterrada, enterrada en una urna, mausoleo o columbario. ¡Oh!, la prueba de que un día estás vivo y arrastrándote por el mundo, y al siguiente te has convertido en un frío fertilizante, en bufé para gustanos. Éste es el asombroso milagro de la muerte, y sería un momento delicioso si no fuera por... ¡ah! por esa mujer.
Cloe era tal y como sería el esqueleto de la cantante Joni Mitchel si consiguieras hacerle sonreír y pasearse por una fiesta mostrando una amabilidad exquisita con todo el mundo. Imagínate el popular esqueleto de Cloe, del tamaño de un insecto y corriendo a las dos de la mañana por los sótanos y galerías de sus tripas. Su pulso convertido en una sirena cuyo aullido se oye por encima de todos y que anuncia: preparada para morir dentro de diez segundos, nueve, ocho. La muerte se iniciará dentro de siete seguntos, seis...
Por la noche Cloe corrió por el laberinto de sus propias venas colapsadas y por conductos que reventaban para derramar linfa caliente. Los nervios asomaban por el tejido como cables trampa y brotaban abscesos que se hinchaban como perlas blancas y calientes.
Aviso de megafonía: "Preparada para evacuar los intestinos dentro de nueve segundos, ocho, siete".
"Preparada para evacuar el alma dentro de diez segundos, nueve, ocho."
Cloe avanza chapoteando en el líquido expulsado de sus riñones enfermos, y que ahora le llega a los tobillos.
La muerte comenzará dentro de cinco segundos.
Cinco, cuatro.
En torno a ella, el pulverizador antiparásitos tiñe su corazón.
Cuatro, tres.
Tres, dos.
Cloe escala a pulso los conductos helados de su garganta.
La muerte comenzará dentro de tres segundos, dos.
La luz de la luna entra por su boca abierta.
Preparados para el último aliento.
Evacuación.
El alma se libera del cuerpo.
Se inicia la muerte.
Ya.
¡Oh!, sería tan delicioso recordar el amasijo de huesos calientes de Cloe aún en mis brazos mientras Cloe yace muerta en alguna parte.

2 comentarios:

  1. No tengo más que decir que: Estoy impresionada. Sinceramente me gustaría tener esa capacidad para engendrar ideas, llámala como quieras: imaginación si salen de tu cabeza, o en caso contrario, vida interesante. Aunque supongo que será la primera, ¿No? Yo sólo soy capaz de escribir sobre mí y sobre mis sentimientos y demás cursilerías; la verdad es que lo odio, pero no puedo hacer más que vomitarlo. Formo parte de la jodida masa de adolescentes que escriben textos pastelones sobre sus insignificantes problemas y aún creen que sufren. En ocasiones pienso que debería encontrarme con algo como lo que narran tus textos para saber lo que es sufrir de verdad y dejarme de gilipolleces.
    Sigue con tu realismo sucio, cautiva.
    :*
    --
    PD:en cuanto a mi texto, el verdadero problema es que siempre me apetece y parece ser que soy la única.

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  2. Acabo de comenzar a leer tu blog, lo primero, muchas gracias por haberte pasado por el mío.
    La verdad que estoy impresionada, ¡qué angustia me ha entrado al final del relato!, veo que pones que tiene relación con el Club de la Lucha, aún no he visto esa película y eso que ya perdí la cuenta de cuánta gente me recomendó verla! ¿Cuál es la relación con el texto? O mejor me la miro y lo averiguo yo sola ¿no?

    Y respecto a tu comentario en mi blog de Elyse, de porqué se levanta a esa hora todos los días si odia las monotonías... la principal razón es porque todos tenemos que hacer ciertas cosas aunque no queramos y ella tiene sus obligaciones :)
    Aunque igual eso cambie... ya verás como sigue la historia!
    Un beso!

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