sábado, 16 de mayo de 2009

Diario de un yonqui (III)

Estoy pensando. Estoy pensando en mi vida y eso es siempre muy, muy estúpido. La razón es que pensar en algunas cosas es insoportable, hay cosas que si las piensas te dejan más hecho polvo todavía.
La clave de la felicidad está en no pensar.
Conseguir llegar hasta Revólver con sólo una pierna es realmente un mérito. Cuando llego me derrumbo exhausto sobre la mesa en la que están mis amigos.
"Tienes mala cara", dice Dani, "¿te hace meterte un ácido?".
"Desde luego que yo estoy por la labor", suelta Bernardo.
Yo me encojo de hombros en señal de indiferencia.
Así que aquí estoy, un puñetero lunes por la mañana echándome un micropunto al coleto. En realidad es uno de esos días que componen las depresiones, uno de esos largos y tediosos días inidentificables porque todos te parecen igual de deprimentes. Quiero decir, lo mismo da que sea lunes a sábado: desde que me despidieron de mi empleo como camarero por tener sólo una pierna para mí todos los días son iguales. Todos son igual de cargantes.
Así que supongo que un lunes; cualquier día; es bueno para ir de micropuntos.
Presto atención a la conversación. En realidad es la conversación quién me presta atención a mí; pues viene a desviarse a tratar un tema que va sobre Marta. Marta es poco más o menos la tía de la que llevo enamorado desde que me dejó ella.
"... así que ahí estoy, follándomela y tal, ¿sabes? No se quitó aquel ridículo sujetador hasta que se lo arranqué yo; tenía miedo de que le viese lo que había debajo. Siempre me hacía pajas pensando en ella, y me la imaginaba con los pechitos perfectos que parece tener embutida en su ropa habitual..., ¿y a que no sabéis lo que me encontré? Las tetas más feas que he visto en mi vida, cómo lo oís, eh. Así que le pregunté: Marta, ¿qué coño has hecho con tus tetas?..."
Entonces los ácidos me pegaron, me pegaron muy fuerte, al igual que la conversación.
Es una historia preocupante e hiriente: me molesta la forma que tienen de aprovecharse y reírse de alguien que para mí es tan importante,... de alguien que me rechazó. Mientras sonreía a Bernardo, me recorrió el cuerpo un temblor fantasmal por el rechazo de aquella mujer que hizo que se me derrumbara el frágil dique de la autoestima, del que rara vez son conscientes nuestros amigos.
Todos se reían a carcajadas, y yo sonreí por guardar las apariencias, aunque por dentro estuviese hecho mierda.
Estaba ahí, rodeado de lo que se supone que son mis mejores amigos; y nunca, nunca en mi vida me había sentido tan solo.

Cuando me bajó el ácido me fui para casa. Subí a mi habitación y me tumbé en la cama, haciendo un balance de mi vida con una crueldad brutal y despreciándome. Sin trabajo, sin estudios salvo bachillerato de letras, sin lazos sentimentales ahora que ella se ha ido y clarísimo que no volverá, amigos que solamente me toleran. Perspectivas bastante tétricas por todos lados, joder. Sí, poseía una cierta vivacidad social, pero la fe en mí mismo que me había impulsado frente a todas las abrumadoras pruebas en sentido contrario se evaporaba ahora rápidamente.
Me acaricio el muñón mientras pienso en cuando murió papá.
Yo, simplemente, me limité a cambiar de aires, cambiar de piso. No podía soportar nuestro antiguo hogar; todos aquellos recuerdos me hundían aún más en la miseria.
Últimamente me encuentro deprimido a menudo. Eso significa que quizá vuelva a ser el momento de cambiar de aires. Algunas personas pasan años de terapia tratando de lidiar con la pérdida, con el hecho de estar deprimidos. Yo simplemente me limito a cambiar de aires. La sensación de estar hecho polvo siempre desaparece. La opinión ortodoxa es que estas huyendo, que deberías de hacer frente al hecho de estar hundido. Yo opino que la vida es un proceso más dinámico que estático y cuando no cambiamos nos mata. No es huir, es cambiar de aires.
Así que salgo a la calle, con la mente despejada, pensando en qué voy a hacer con mi vida.
Al lado de un basurero me encuentro un gatito herido. No sé porqué me deprime la naturaleza, la cruel naturaleza. La forma que tiene de abandonar en la más absoluta soledad a sus criaturas justamente cuando más necesitan compañía y ayuda.
El gatito parece tener la pierna rota, y está cubierto de sangre. Se aleja de mí; tiene miedo. Yo lo cojo e intento buscar un lugar seguro para él.
Un señor que lo ha estado observando todo se mofa "Oye, tío, déjalo estar, sólo es un puto gato".
Ya; "sólo es un puto gato". Un gato es un animal, al igual que el ser humano. ¿Y si un ser humano "sólo fuese un puto ser humano"? ¿Qué pasará cuando yo "sólo sea una puta persona"?
De nuevo necesitaba marcharme. Estaba rodeado de demonios y monstruos. Somos todos malas personas. No hay esperanza para el mundo. Me marché y caminé por la vía férrea abandonada llorando a moco tendido por la inutilidad de todo.

2 comentarios:

  1. Bernardo es un hijo de puta. Si yo hubiese sido Pablo en ese momento le habría pegado un puñetazo en la boca. Pablo es un mariquita.

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  2. Pablo tiene más valor de lo que parece para poder "cambiar de aires" y por el mismo hecho de saber aguantar las idioteces de sus amigos aunque le duelan, aparte de ser una gran persona. Bernardo le habría dado una patada en el culo al "puto gato".
    Quien tenía que pegar a Bernardo es Marta, y MUY fuerte.

    Me encanta.

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